viernes, mayo 02, 2008

PARA MÍ NIÑA AMADA «Relato de una Lesbiana»


Yo le llamaría «vouyerismo»...


PARA MÍ NIÑA AMADA
«Relato de una Lesbiana»


Para Rosa,
gracias por inspirarme este relato.



No sé por qué regresé, pero lo hice. Sabía que había sólo dos caminos: el de morir por soledad y el de la muerte por amor. De la vida, es la única esperanza que podemos tener «morir» y con ella, irnos a la mar del descanso eterno. Quizá fue que la extrañaba. Cuatro años han pasado desde que relatara esa última historietita de amor que vivimos juntas en la oscuridad de mi departamento; recuerdo bien cada frasesita estóica de nuestra conversación, cómo debatiamos sin ponernos de acuerdo, discutiendo, y al final, cediendo en besos de resignación y con premisa de reconciliación.

¡Mira qué venir a morir a tan pocos años de recibir la vida que pensaba eterna!

«Mientras nos ilumine esta soledad, seguiré los consejos que podamos compartir, aquí, entre las dos, para conocer más sobre estos juegos del "sexo"»
No es sexo -yo le respondí con la verborrea contraria que me caracteriza- es pasión conjugada con amor.

De eso hace ya cuatro cortos años. Fue tan corto el regreso como corta duró la despedida aquélla vez.
A la mujer que prefiero, es a la juvenil, la rebozante de alegría ingenua de la que pueda yo contagiarme, en «al menos» un poquito. Soy una explotadora de la vitalidad ajena y si esa cerca ajena es una niña de catorce, quince o diceiseis años, mucho mejor. Ella tenía catorce, debe estar en sus dieciocho, corriendo feliz por la salvaje selva de la rebeldía que tanto me excita, porque me recuerda la mía. La rebeldía de la cual no he podido apartarme, pues la senda ha sido muy estrecha para mí. No tengo salida ni salvación, es de «Dios» saberme condenada al traspaso del équivoco inmaduro de mi alma vieja.

Mi límitada experiencia la combinaba con mi buen entender de la lógica ontológica, aunque resulte ser esto una contradicción y doble sentido redundante, pero qué vida no es así, contradicción pura y cerrazón total de la verdad. ¡Ningún pecado he cometido, mi niña, más que olvidarme exactamente de cada hueco de tu vida! Perdón, tal vez, hasta de rodillas por dejarme y exhiliarme de mí misma para con tí sola. Esos huecos, que yo nombro, son los de tu cuerpo antes inocente, ahora ampliamente descubierto. De ese perdón de rodillas sólo me queda salivarte todo lo hosco de tu sexo, creando una sola unión de mi amor por tu juventud espirítual. ¡Qué importa que no sea la lengua de tu novio ni la sonrisa falaz de tu primo, con el cual deseabas acostarte por primera vez y terminasté haciéndolo conmigo! ¡Cuánto placer, cuánto disfrute aquélla vez...! ¡Vez, vez, veces que me he propuesto no olvidar el perfume natural de tu sonrisita, de tus pechos sensibles al tacto y la «piel de gallina» que tanto te he admirado en mis noches de locura, a oscuras!

Pero he vuelto, he regresado a la veredita de la vida que veía perdida. Ese senderito de mi conciencia que me impide ahora dar la cara cuando observo que sales por la puerta principal de tu colegio. Quiero gritar que te absorvo en cada movimiento y me enajeno. Quiero soltar la cabalgata en sintonía con el golpeteo de mi corazón y estrellarme en tus brazos. Mi amor, mi niña caritativa. La esperanza de mi vida podrida, la luz de mis desvelos con o sin borregos. Borreguita loca convertida en cabra cuerda. Te adoro en cada paso, en cada mueca, en cada desplante, cada huella que impregnas en el aire cuando pasas por doquier. Esa es la niña de mi vida, la adolescente en rebeldía, la causa de mi inmaduro olvido.
«Los apretó tan suavemente que gemí de la dulzura contenida en mi aliento.
Le ayude a deshacerse de su ropa.
Le quité por último los boxers y me llevé su pene a la boca.
Nunca habia tenido sexo oral, lo había visto en una pelicula con "Chasey Lane", tuve curiosidad.»

¡Qué historias mi niña! ¡qué deseos prófugos! Pró-fuga de ataduras mal infundadas por la familia inculta. ¡Ven que yo te encierro en mi locura, ven que yo te cedo todo lo que tengo sin importar que me abandones a la nada! Todo lo que tengo es tuyo y tuya es mi alma. Porque tu alma es como si fuera el espejo de la mía y por las noches se encuentran abyectas de ofensas, curadas de espantos, pausadas por llantos. ¡Cuántas noches no nos hemos encontrado en la veredita de mis sueños! Si tú supieras, niña, que mi único deseo al volver es venirme contigo al mismo tiempo, como lo hago ahora que te lo describo en mi mente perniciosa. Si tú supieras todo lo que yo he vivido y muerto. ¡Quizá puedas tú resucitarme nuevamente! ¡Abre mi cripta, descubre la difuntita a manera de «campanita» y exprímela! Soy tuya y tú siempre has sido mía, porque la virginidad conmigo la perdiste, porque en el altar de mi codicia sigues, con la veladora de mi desconsuelo en pena.

¿Amarguras? De qué me sirven si le inyectas gotitas de cianuro y vuelvo a ser feliz, a ser tuya para siempre y como siempre. Eternamente. Ahora, te has detenido, presientes que el «voyeur» se esconde tímida trás un árbol más torcido que mi vida. Estoy aquí, tiras la mochila al piso con la esperanza de perderse en el infinito universo que ahora tenemos para comer. ¡Y qué manjar tan candoroso! Tu cintura a la altura de la mía, tu rostro de ángel silenciando los murmullos de mi insipida diablura. Toda tuya. Todo cuanto ves en mí, he sido yo y es para ti. A nadie más le he entregado mi tesoro... Solo a ti.

¡Niña! acompañame a rezar a la Iglesia más cercana por la dicha que ahora siento que cabalga con el golpeto del corazón, justo cómo lo deseaba. Tenemos que rezar y pedir, que la soledad que terriblemente nos acompaña se quede ahí, en esa iglesia a oscuras, y desvele al santo que no fue capaz de protegerse, pero al que ahora le pedimos su protección. Y sé que así será, nos la dará, he hecho un pacto callado con su razón. Nada habremos de temer y nada nos impedirá está vez que el amor muera y padesca. «Confía en mí, dulce amor, mi niña ingenua». Sé que tú y yo, aún tenemos tantas cosas por contar... Pero será después de que desnuda te lleve a la cama y te posea, las ganas no se esconden de mi cara y la verguenza hace mucho que la he dejado encerrada en un baúl, que ni de recuerdos guarda. Y me despido, amable lector de mis vivencias, aún tengo largo trayecto por descubrir en el interior de mi querida niña, de la cual les privo más descripción para que no me priven de ella, su compañía.



Escrito por:
Karla Nerea Valencia.

1 comentario:

arsoivan dijo...

Como siempre excelente tu escrito, te mando un fuerte abrazo y espero que hayas tenido un agradable fin de semana. :P