martes, abril 22, 2008

PARA LA FUTURA MADRE ...

[Travis - One Night:

D.D. Y Ponle Play]


PARA LA FUTURA MADRE ...



¿Ya se saben la historia del hombre que encontró la pistola de agua en la arena del desierto y se la puso en la boca para poder vivir?
En otros lados le llamarían 'suicidio de segunda mano', estoy mintiendo, yo le llamaría: "El suicidio de segunda mano". Es todo tan hilarante, tan tonto, tan absurdo, que una vez llegué a morir en segundas manos para volver a vivir. Te cuento paisano...

Tuve un sueño, un sueño igual de hilarante que la pequeña frase con la que he empezado este texto y, tú te preguntarás muy seguramente: ¿Cómo se puede morir en segundas manos para volver a vivir? Es por eso que fue un sueño, un sueño de lo más hilarante...





Er
a pasto y estaba seco, las pisadas se dibujaban por los pequeños cercos que se dejan en la orilla de la banqueta, el agua se transminaba en huecos producidos por pies chiquitos, seguramente de niños de la edad de cinco, seguía y seguía caminando... de pronto, al detenerme, noté mi embarazo, la piel hinchada, los pies pesados, la luz cegadora como si yo hubiese bebido demasiado la noche anterior y ahora tuviera por producto, la resaca. Seguí avanzando, seguí 'rebotando' en zumbos que invadian mi cabeza, a punto de estallar. Callé y mire al horizonte, el Sol era naranja, quizá iba atardeciendo, quizá amaneciendo; no tenía reloj, no podía intuir en que hora me encontraba. Caminaba y caminaba... Es curioso, lo pesado que sentía del cuerpo, los pies desequilibrados por su aumento y no percibía cansancio... Nada... Parecía una zombie a punto de llegar a un convento para espantar novicias rebeldes o voladoras, lo qué sea...

Estaba a punto de estallar y no me percataba para nada... Encontré una sonrisa en la lejanía, parecía una niña -probablemente la creadora de aquellas pisaditas en los cercos de agua-, me propusé alcanzarla... Debía hacerlo, sentía que sus pequeños labios se abrían y cerraban, me llamaban... Levanté los brazos para indicarle que me apróximaba... Caminaba y caminaba... se hacía tarde. Llegó la lluvia, cerró mis pasos, la niña escapaba de mis manos... Mi cara se cubría de una materia espesa, parecía arena... Y recordé al hombre del desierto, pero...

¿Dónde estaba mi pistola? ¿Dónde se escondía la pequeña persona? ... Agua sobraba, los pies, entumecidos comenzaban a asfixiarme, me inundaba... Las palabras de auxilio no se hicieron esperar y grite aterrorizada... Otra vez, a punto de perder la fe en mí, quise dejarme morir... Volvió a mi mente aquel hombre con la vida salva por una gota de agua... Tal vés, la suerte llega en el momento más impreciso de la tarde, de la mañana, de la hora que fuere en la que me encontraba... No llegó... La suerte nunca ha estado de mi lado, desde que la llamé 'mediocre'... No tuve fe y perdí el último de mis bastones, la pequeña, risueña y tersa... Un alma vieja a punto de encontrarse con el alter ego del pasado, de la que muy seguramente, habría sido yo sino hubiese tenido miedo.




¡Qu
ién en mi auxilio podía llegar! ¡Quién en medio de este sueño humillante y tonto! ¡Alguien, por favor, que me haga reaccionar!... Y ¡plof!; como una burbuja de acero inoxidable cayó la bomba, detonó la fuente de Victoria, la pequeña, el alma grande, la de pies pequeños en el cerco de agua, la de sonrisa amable, la insesante inseparable de su madre, madre que era yo... Mi vientre, antes enorme, desapareció... Era ella el producto que el hombre negaba que nació. Un aborto injustificable, una decisión cobarde por no sostener mi ideal de mujer-madre, de espirítu tan corto, con curvas de olvido, con falsas cubetas de arcoiris... Esa pequeña, que entre mis brazos ahora siento cuando creía que yo iba a perecer, me vino a levantar el ánimo, la moral caída, la derrota obtenida, la batalla que creía perdida... Así fue, como de mi muerte, unas pequeñas manos me volvieron a la vida.


¡Tienes un hijo o una hija que no podías esperar, pero llegó!... ¡No lo mates, no la mates!... Quizá, en alguna ocasión te suceda el cuento que ahora te relato yo... Quizá sea el próximo escritor de letras que al moribundo le regalen unos pocos días, quizá sea el doctor que sane heridas, el soldado que defienda su país se convierta en héroe, un capitán de barcos aparcados en su muelle, un traficante de esperanzas para los que menos tienen... ¡No lo mates, no la mates! deja que de esta vida hagan lo que otros no han podido hacer... Logra que sueñen, que vivan, que salven a otros de la muerte... Como mi pequeña, la de alma grande, la voluntad gigante, la de manos que de mis cenizas hicieran la llama que se convirtiera en fuego...

Pero si has de ser cruel, déjalas que mueran, déjalos que mueran... Que no salven, que no escriban, que no defiendan, que con ello se ahorren la virtud de quitar la vida al enemigo... No seas tú su peor rival, no te conviertas en su asesina... Piensa por tí misma y, por sobre todo, no dejes que él influya en tu vida... Es tu decisión, es tu muerte que atrae resurrección... Yo no lo creía... Pero tu muerte, la puede salvar otra vida...

Y es así, como te convertiras, en una víctima del suicidio por segunda mano...

¡mi niña... Te amo!
¡mi niña... Ya quiero tenerte entre mis brazos!




P.d. A la futura festejada en un diez de mayo.


ESCRITO POR:
KARLA NEREA VALENCIA

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