jueves, junio 19, 2008

« Se Solicita VIDA »

Se solicita
VIDA




Se solicitan ideas ya pensadas… Una inspiración desgastada y arrumbada en el ciclo de una respiración a pausas, callada, marchita y decadente. Se solicita una mujer amarrada a la copa de un árbol con las piernas abiertas y los ojos nublados, se solicita que sea anciana con anzuelo bronceado. Se solicitan muchas niñas, demasiadas, muchas más de las que unas manos de pulpo puedan tocar, se solicita que sean de cuerpo virginal.

Una parodia del abismo estar presente en el ocaso de la vida propia viviendo en espaldas ajenas, con brazos resueltos a abandonar el peaje de la muerte con alientos revueltos y almas pendientes de auxilio. Dos hombres caminan por la senda segura de una profesión garantizada al éxito. Se detienen en un punto del trayecto y se observan detenidamente, parecen ser dos desconocidos, medio muertos, medio inertes, parecen ser jinetes de la ajena mente y son espejos, son retazos del mismo vientre. Se toman de las manos, como dando un saludo cordial y vuelven éstas a los bolsillos, a respirar tal como acostumbradas están, escondidas en el saco roto del recuerdo. La espalda primera se queja de esclavitud, la otra, se abstiene de libertad. Son dos hombres que sin proponérselo viajan juntos sin motivos pero uno dicta los pasos del otro y se afectan armoniosamente. Son títeres de una vida paralela y muerta.

Uno de ellos gira sobre sus talones y observa todo el camino que ha recorrido, el otro, queda a víspera insegura de lo que recorrerá. Se asusta, quisiera volver a donde todo comenzó, pero no lo recuerda, el primer hombre gira precipitadamente y derriba las ideas del segundo, para cuando se da cuenta, la senda es la misma y no sabe donde empieza y termina. Se resigna, ambos lo hacen. Quisieran tirar la toalla en una piedra para que jamás olviden su pasado, y al volver, puedan colgarlo nuevamente sobre sus cuellos. Pensando que jamás cambiaron, que nunca lo harán, que por más imposible que la vida canse y desgaste, su personalidad –pendiente una de la otra- seguirá intacta, parsimoniosa, en armonía con Dios y con la vida.

En medio del camino está Fabiola. Aquella que murió, aquella quien a mí me faltó y siempre recuerdo. Noche con noche, desvelo tras desvelo. Ella es quizá la toalla que tiré en algún punto y sobre mi espalda pendiente de un hilo está mi alter ego como mi inconsciencia maligna y tan fugaz como el remordimiento que ahora tengo. Sonríe y se admira, me ofrece y tiende la mano, como parte de la familia que sigo siendo y me dicta:
«Todo lo solicitado, todo lo arruinado, se olvida… Nada aparece sino se quiere con un fin y un destino. Cada destino está escrito y sin dudar, la maraña del abismo a tu sensación habrá de escapar por la altivez con que recorres tu camino… Sabios son los pasos dados, sabia es la experiencia ganada… A cada estrella corresponde un ave nocturna, un ave que dispone sobre las alas la aventura que vendrá, que a tus pies levantará para unirse con el infinito cielo, convirtiendo, cada pensamiento en un prolongado arco iris de luna. »


Los hombres caminan, la distancia parece crecer y alejarse con la misma destreza de quien olvida todo de repente. Los cuerpos quedan pendientes, la espalda tiembla y por un segundo parecen despegarse. Sueñan que son espejo, sueñan que se rompen para seguir por sí solos el largo ayuno de lo eterno. Respiran y observan que sus pulmones, ahora negros, en polvo se convierten. Creen que la asfixia llega y enloquecen, gritan, la furia los contrae golpeándose en su caída al suelo. La rabia los domina, sus manos, que cubiertas por los bolsillos del pantalón se sentían seguras, ya no lo están más, comienzan a despostillarse como lo hace la madera por la ausencia. Su ropa cae, la boca muda queda. Los ojos con la principal ceguera del que creo que todo lo ha visto y nada más podrá sorprenderlo, se nublan. Comienza la lucha por la existencia, por la sub-existencia. Desperdicio de uno, causal de arrepentimientos del otro. Los espejos se quiebran, quedan cara a cara, frente con frente sudando nerviosamente. El juego ha empezado, la batalla por sobrevivir inicia. Quién es el más apto, se preguntarán mientras combaten con las herramientas corporales que aún les queda. Pelean con los ruidos que hace cada uno en la cabeza, pelean con el olor que emana de su cuerpo, buscan con la planta de los pies que se ha convertido en palmas, se rasgan, se quiebran sus uñas. Ya nunca volverán a ser lo que es… Ni lo que es volverá a estar tal como lo dejaron. El pasado, es sólo una menudencia indecente, que intenta no ser recordada. Son insistentes.

Me parece que el presentimiento por un pequeño instante los advierte de ser observados. Ella, que siempre ha estado al pendiente, eleva sus manos a un cielo carente y comienza a llorar, les advierte que han dejado de ser “ese alguien” que ella amó. En sus ojos vidriosos de lluvia, un recelo aparece, creando una tormenta de fuego que quema el intelecto y unas letras de los cuerpos comienzan a salir, mendigando la ayuda a quien los pueda asistir, las letras se acomodan formando palabras y éstas, rezan así:

«Porque todo lo que quise ser lo deje de ver y sentir, presentí que el final cercano estaba y está. Porque toda la culpa se convierta en emociones nulas, porque la vida sea una primavera de sonrisas que nunca pasarán. Deseando encontrar el reposo y descanso del cuerpo compartido, un espejo que en nada reflejo la oscuridad del viento ni la claridad del sol. Solicito el auxilio, la mano amiga, las ideas jamás pensadas y esa inspiración robada desgastada de quien quiera ayudar.»

Al final, la niña volvió a soñar que quedaba en mitad del camino, esperando por aquellos dos siendo uno, que lo vuelvan a caminar.



Escrito por:
Karla Nerea Valencia
Resurrección.

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