lunes, enero 17, 2011

«Yo...El Hoy...Y la vuelta»



YO

El HOY

Y la VUELTA



…Todo sea por dejar atrás
lo que venga el día de mañana.




Ante tantos papeles olvidados, tantos sueños desbaratados…Estoy aquí después de un año. El año sabático que no me dejó más que aprendizajes malos. “Experiencia” le suelen llamar. Yo le llamo: Ratos descuidados. Descuidada el alma, descuidado el cuerpo; una mente descuidada, unas manos que ya no tocan.

Mi jefe inmediato me ha propuesto un ejercicio que ayudará a mi antipatía (cosa complicada y un reto casi imposible; si tan solo estos muros que me cubren dejasen una grieta para poder pasar todo aquello positivo que me va esquivando), me lo explicaba de la siguiente manera:

- Hoy, al salir del trabajo quiero que llegues a casa y te relajes. Te preparas tu cena, un café, lo que quieras. Y entonces te sientas frente a la computadora –qué miedo, iba pensando yo-. Abres el Word y te quedas observando esa imitación de hoja en blanco. Quiero que permanezcas diez minutos así. Sin escribir nada, ni una sola letra. Vas únicamente a observar ese espacio en blanco.

¡Cómo si pudiera! ¡Cómo si recordase como unir letras para formar oraciones que pudiesen tener un mínimo de sentido, incluso para mí! Lo admito. Tuve tanto miedo de encontrarme de cara en cara por lo que tanto tiempo me aprisionó: Mis propios pensamientos.

Yo que cada día lucho por echar de lado en espirales los malos pensamientos. Aquellos pensamientos que me devuelvan los recuerdos. Y vuelva a ser yo misma. La incapaz de entenderse, la incontrolable mujer de labia insolente. Tuve mucho miedo de retroceder en el tiempo y descubrir que no he cambiado nada, a pesar de tanto esfuerzo por hacerlo.

Llegué a casa. Evite a toda costa seguir el consejo de sentarme frente a mi rival. Pero, desafortunadamente, el tiempo no tiene piedad para con los condenados. Y mi hora llegó, mi cadalso esperando. La guillotina de mi desazón.



Así que muda permanecí. Mis dedos silenciados. Mi mente confusa. Mis palabras ahogadas. Así, sin perturbaciones, sin rutinas que obedecer. Y le mire; la hoja en blanco sonriendo ante mí. Ella también cobraba conciencia de que este día –transformado en noche- debía de llegar. Nos enfrentamos. Nos gritamos con el eco de una nada que nos envolvía. No puedo decir que hicimos las paces y hoy como si nada. No. No me atrevo a tanta valentía. Lo que si puedo contar, con plena seguridad, es que no hubo resentimientos que no quedaran sin resolver.

Lo que aquella noche mire fue solamente a mi impaciencia. A esta incapacidad por permanecer quieta, estable. Lo que observe fue a una mujer temerosa de aprender, de descubrir, de acertar con sus errores. A una mujer que teme tanto equivocarse que, al final, termina por hacerlo intuitivamente. Como si fuese el destino el que no lo decidiera, sino ella, sino yo. Es mi necedad. La desesperación. La inconciencia convertida en azar por default.

Hoy puedo decir que algunas cuentas han quedado saldadas y unas otras deudas aun quedan por saldar. Pero no hay urgencia por salir de esta prisión. De cierta forma, es esta cárcel la que me hace libre y me sigue dando la libertad para comportarme con esta forma de ser que me complica y me desgasta.

Quizá, allá adelante, en el porvenir encuentre otras estrategias para poder sobrevivir sin ser yo misma.

Algo que me ayude a fingir a ser como realmente soy.


Alguien que me tome de la mano y me guíe exhausta al ocaso de mis pesadillas que tanto me divierten. O tal vez, una mano auxiliadora que me recoja de toda esta basura que se hace llamar vida real.



Al día siguiente llegué a la oficina calmada. Como era de esperar mi jefe preguntó si había hecho lo que aconsejó. Le respondí con un “sí” tan natural como me fue posible. El sonrió por haber acertado en lo que creyó su predicción. No me sentí mal por engañarlo. Preguntó además: Y dime, en esa hoja en blanco ¿Qué pudiste observar?

Yo simplemente le respondí recitando la canción de “aquí” y él nunca lo notó.

Qué fácil es poder engañar a quien no tiene –ni tendrá- nunca la razón.



Karla Nerea Valencia
De vuelta en el intento.

1 comentario:

arsoivan dijo...

Karla!!! siempre impresionante, me encantó, espero pronto encuentres a quien te tome de la mano para sacarte de a vida real, un beso enorme.