domingo, abril 22, 2007

- Los 10 que más odias de...Tu Relación Con La Computadora -

Los 10 Que más Odias de...
Tu Relación Con La Computadora


1 AYUDANTE INDESEABLE
Sin que nunca lo hayas llamado, un clip de mirada fisgona que se autonombra:
"Ayudante de Office" invade tu pantalla y te sugiere mejoras en las que creías
una redacción impecable. Alardea de tener un estilo que haría palidecer a Vargas
Llosa, mientras que a ti te recuerda a la prosa de un notario. Sólo logra ponerte
nervioso: cambia de posición cada cinco segundos, se aburre con lo que escribes
(te lo dice con la mirada), o si de plano lo desesperas (¡Tú a él!), se repliega sobre
sí mismo, se convierte en bicicleta y huye. El clip, al final de la página te observa
tiempo completo y, con un simple gesto pedante, desmorona tus ínfulas de redactor
experimentado.


2 CERVANTES DE PACOTILLA
Una de las ventajas de los procesadores de texto es que cuentan con diccionarios que
revisan ortografía y localizan errores de dedo. ¿Cómo desconfiar de la capacidad de una
herramienta que reconoce palabras como "ornitorrinco y desoxirribonucléico? Justo
cuando descubres que no puede identificar la palabra 'caja'. Te hacen dudar hasta de tus
más profundas convicciones (cuando subrayan palabras como 'ayudar' uno empieza a
cuestionarse si se escribe con doble ele, con hache o con las dos), y te meten en problemas
etimológicos cuando ofrecen opciones para sustituir las palabras que desconocen
(llorar en lugar de York, o elijan en lugar de Elián). Divertidos cuando tienes
tiempo para divagar, pero desesperantes cuando
de verdad necesitas ayuda.


3 EDUCANDO A PAPÁ
Cuando se va la luz y no alcanzas a salvar tu trabajo, cuando la máquina se traba y
la tienes que apagar de golpe, o cuando cometes un error al utilizar algún programa,
la computadora te envía mensajes que son ejemplo de educación: "Es posible que
esta computadora no haya sido cerrada adecuadamente", "el programa puede nece-
sitar ayuda", "sería conveniente que...", etcétera. Como si no lo supieras. Como si no
estuvieras ya de suficiente mal humor. Como si todo hubiera sido intencional.
Te imaginas a la computadora con moñitos y moñotes, con cuellito blanco almidonado
y un rictus de amargura, mientras te receta indicaciones con aparente amabilidad y
reprime la ira que inflama tu disco duro. Y la odias, con un rencor que no puedes
desquitar, porque, ya lo sabes, de nada sirve insultar a una máquina.


4 LÁSTIMA MARGARITO: TU
MENASJE SE BORRÓ...

Te luces; ensayas cinco verbos diferentes; te diviertes mientras
escribes para alguien cómplice, o bien, te comportas como un caballero
inglés:"Si así lo desea", escribes en una carta de negocios que sufres
enormidades. Y luego, en tu fabuloso e-mail gratuito, aplatas la opción
de "send". Y esperas.
A continuación, un mensaje con mil garabatos que te explica,
con muchas palabras, que el servidor no funciona y que la misiva
no se mandó.
Desesperado, le das "back": aparece la ventana de envío de e-mails,
pero sin nada escrito, en blanco.
¡¡¿Y lo que escribí?!!, preguntas con angustia.
Entonces extrañas las formas tradicionales de intercambio
epistolar -la carta en papel a máquina-
y a los carteros desaliñados.


5 LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA,
SIN FICHERO.
Hace muy poco tiempo los buscadores eran una bendición. Les ponías una
palabra y casi siempre daban con lo que buscabas. Eso ha cambiado.
Hoy, encontrar un tema por medio de los buscadores se ha vuelto un ejer-
cicio de titanes. Si le pones "Quijote" porque quieres una pequeña ficha del
libro de Cervantes para la tarea del niño, te dará mil direcciones de bares,
hoteles y restaurantes desde España hasta Chile; si te pones pesado y lo
escribes en español antiguo, "Quixote", te dará 200 opciones del libro
anhelado, pero en 10 idiomas que no son el tuyo; si tecleas "El Quijote de
la Mancha", te aparecerán mil opciones de cloros, desmanchadores o lavan-
derías. Los genios de la red, sabedores de esto, ofrecen buscadores de opción
múltiple que jamás entiendes bien a bien cómo se llenan. Te acuerdas de la
primera vez que programaste tu Internet durante cinco horas, asesor telefó-
nico en la oreja y el consabido dolor de cabeza, y simplemente desistes. Al final
prefieres irte al Pequeño Larousse que habías abandonado en una esquina del
librero, pensando que los días del papel y la tinta ya se habían terminado.




Fin Parte 1.
Texto:
Gabriela Mósqueda.

1 comentario:

Dacrux dijo...

hahahahhaa bueno por que arremeten las 2 contra las computadoras tan buenas y bonitas que son hahahaha, y discrepo completamente del titulo del post, debería ser que odio hahahaha, pues aunque soy un geek consumado y con gadgets para ella lleno mi vacio existencial hahahahaha, mis odios son diferentes a los tuyos y no creo que sean tantos, hehehe como sea espero la segunda parte saludos ☺